Crónica - Charla Mujeres diversas tejiendo sororidad

11.03.2023

Cuando supe que hoy, a cargo de María Eugenia Iparragirre (nuestra María Eugenia) tendría lugar la charla Mujeres diversas tejiendo sororidad, sentí un impulso que me llevaba a acudir al mismo, pero, siendo un encuentro dirigido en exclusiva a mujeres, tal y como aconseja el título de la charla, pronto rechacé tal idea. Una vez llegado el día, sin embargo, casi sin darme cuenta y traído por otras circunstancias, me he visto en OnDoaN, aunque sin intención de entrar en la sala donde tenía lugar dicha charla.

Las responsables, no obstante, con una sonrisa que no merecía un no por respuesta, han insistido en que entrara (si quería) y, sin poder negarme, en cuestión de segundos me he visto siendo parte de un círculo mágico de mujeres dispuestas a escuchar a María Eugenia.

La ponente, con su fluidez habitual y con esa manera suya de expresar las ideas de forma directa y clara, ha ido desgranando diversos conceptos, ofreciendo una atención especial a la sororidad.

Ha compartido con nosotras (no puedo evitar hablar en femenino, faltaría más, siendo yo el único hombre entre las presentes) sus reflexiones en torno a las celebraciones y reivindicaciones relacionadas con el Día Internacional de la Mujer, subrayando la legitimidad y necesidad de ambas.

Centrándonos en la sororidad, ha traído a colación el concepto del empoderamiento de las mujeres o, tal y como ha argumentado, del empoderío (término del que ahora mismo se siente más próxima). Hablando de la sororidad, se ha hablado de esa red que las mujeres han de continuar tejiendo y fortaleciendo, esa red compartida entre hermanas que las hace más fuertes sin buscar que sea a costa de debilitar al hombre.

Tras una exposición extensa y profunda, ha llegado la hora de la puesta en común. Hoy se ha reunido aquí un buen grupo de miembros de La Palmera de Débora, y han ido compartiendo lo que ha despertado en su interior lo que acababan de escuchar. Las he visto expresar y escuchar con absoluto respeto las aportaciones de las compañeras, emocionarse cuando han vaciado en ese "corro de seguridad y confianza" el dolor que sienten o cuando han conectado con el dolor ajeno. Han sabido hacer sitio a aquel que a priori hoy estaba fuera de lugar, a mí, el único hombre de la asamblea. Y, en ese sentido, y por dejarme participar en ese espacio mágico y por hacerme sentir tan cómodo, he de dar gracias a cada una de las mujeres que han formado este encuentro.

Siendo la sororidad, por definición, algo que está de manera exclusiva en manos de las mujeres, difícilmente podré ser parte de la misma, pero quizá sí que podré alentarla. Además, he salido habiendo reafirmado mi compromiso de tratar de que los hombres intentemos ser cómplices y complementos de dicha red. Y, por qué negarlo, con un punto de envidia (¡sana, eh!) por la complicidad que, por encima de la competitividad (a menudo alentada por la propia sociedad machista), siento mucho más poderosa entre vosotras que entre nosotros.

Un millón de gracias.

Xabi Ariznabarreta