Crónica - Ratos Rutas Retos: Salida de Montaña

09.11.2025

Este domingo hemos completado la primera marcha de montaña de este curso. Este año, hemos decidido simultanear la salida de los que se animan y tienen capacidad para afrontar ascensiones más complicadas con el paseo o caminata más sencilla de los que no pueden o simplemente prefieren andar más tranquilos. Como consecuencia, y como es normal, nos hemos juntado un grupo menos numeroso de lo habitual con la intención de hollar una nueva cima. Es un nuevo comienzo, y estoy convencido de que se animará más gente en la próxima ocasión, si bien el objetivo no estriba en llegar a un número determinado de personas ni es ese número el que definirá como exitoso o no el encuentro, de ninguna manera.

Nos hemos dirigido hacia Aizkorri en coche, preguntándonos cuánto iba a tardar la niebla matutina en irse también de paseo (o, más bien, a paseo). Según nos hemos acercado a las inmediaciones de San Adrian, hemos empezado a vislumbrar el cielo azul. Para poder sacudirnos los escalofríos producidos por los apenas 5 grados de temperatura que nos han recibido allí, hemos comenzado a andar a ritmo vivo hacia el antiguo refugio de montaña (y más antiguo cuartel de los Miqueletes). Con la famosa cueva y paso ancestral que comunicaba Araba y Gipuzkoa (el tunel de San Adrián) frente a nosotros, y tan pronto nos hemos sacado la primera foto de grupo del día, ha llegado la primera sorpresa del día: nos ha tocado de lleno una batida de jabalíes, y los cazadores nos han invitado a buscar la aventura lejos de allí. A pesar de que si hubiera venido yo solo quizá hubiera seguido adelante, cómo iba a meter al grupo en semejante fregado, dado que en los planes no entraba volver a casa con una bala en en trasero… estas son cosas serias. Teniendo en cuenta que, según nos ha comentado el responsable, es una práctica que se viene haciendo una vez al año o incluso cada dos, podemos decir que hemos tenido muy mala puntería. ¡Qué se le va a hacer!

Por tanto, hemos vuelto al coche y hemos tenido que pensar una alternativa, dirigiéndonos a la sierra de Aralar. Tras aparcar en Lizarrusti, hemos empezado a caminar en el sentido de las agujas del reloj. Para empezar, por un camino estrecho (que posteriormente se ha ensanchado) sin mucha cuesta, recorriendo un sendero esculpido en la roca y un tunel que la atraviesa, hemos alcanzado el embalse de Lareo, que abastece de agua a Ataun. Aquí, el sol ya nos abraza con cariño, pero, sin tardar mucho, nos hemos internado nuevamente en la arboleda, y hemos notado cómo bajaba la temperatura. El suelo que pisamos es una auténtica alfombra, pero las ramas de los árboles aún están repletas de hojas de todos los colores (pronto las desnudará el otoño) y la sombra nos envuelve.

Nos hemos mojado de lo lindo duranto unos cientos de metros, en el barrizal que nos ha conducido hacia el noreste. Poco a poco, hemos ido ganando altitud, acercándonos al nacimiento del arroyo que nos acompaña, y, tras tomar el sendero que se nos mostraba esquivo entre la cerrada vegetación, hemos tomado la "autopista" marrón que nos ha puesto camino de la cima de Alleko.

Tras robarle unos metros a la cima, nos hemos detenido a almorzar. Un poco de fruta, unas barritas energéticas, unos frutos secos… ¡Bueno, basta, que vamos a regresar con más barriga que la que traíamos!

Siguiendo hacia arriba entre la mullida hojarasca, pronto hemos alcanzado el collado que nos ha sacado del bosque. En el punto en que el sendero comenzaba a descender, y a pesar de que la tentación de empezar a bajar ha llamado a nuestra puerta, hemos mirado a la nuestra derecha y nos hemos percatado de que aún faltaba la última cuesta. ¡¡Venga!! ¡¡Ánimo!! Un último esfuerzo.

Alleko (1017 m), estamos en el límite entre Gipuzkoa y Navarra. La ladera norte está poblada por un frondoso bosque, mientras que la que mira hacia el sur, está completamente desprovista de toda vegetación, salvo la hierba que pisamos y algún que otro pequeño arbusto. Curioso. Es este un magnífico balcón que mira a los montes que rodean la Sakana. Beriain y las sierras de Andia, Urbasa, Iturrieta; a la derecha, las rocas de la sierra de Aizkorri que hoy se nos ha negado.

Tras las fotos de rigor, hemos comenzado a descender por la misma cresta. Tras internarnos nuevamente en el bosque, un cruce de senderos, y ahí la pregunta: "¿Por dónde continuaremos para rematar la ruta? ¿Por la derecha, volviéndonos a unir al camino de acceso al embalse, o por la izquierda, pisando un bosque que aún no conocemos?".

Tras unos cruces de miradas no demasiado provistas de confianza, finalmente se ha impuesto la decisión valiente de continuar por el camino desconocido para la mayoría del grupo. ¡Qué bien! Puesto que, si bien cada rincón recorrido hoy ha sido bien bonito, este ha sido, sin duda, el más espectacular de todos: una magnífico hayedo ataviado de un vestido de infinitos colores, rocas con formas fantasmagóricas que exhiben un precioso traje de musgo chorreante… Encantador. Este es uno de esos lugares en los que se detiene el tiempo (para bien). ¡Y qué acústica! Se podría dar un concierto en cualquiera de sus rincones.

Una vez hemos exprimido las baterías de nuestras cámaras, hemos dado fin a nuestra caminata con un último paseo, llegando en unos pocos minutos al punto de partida. Una pena haber encontrado cerrado el refugio-bar, que tiene una gigantesca maqueta de la sierra en una de sus salas.

Y, como siempre con absoluta puntualidad (este paréntesis es para recoger risas y carcajadas) y llenos de alegría, hemos vuelto a casa.

Ha sido un placer. !Id entrenando para la siguiente!

Xabi Ariznabarreta