Crónica - Taller de Constelaciones Familiares

29.01.2022

SOLTAR Y ABRAZAR

En pleno inverno, la ciudad viste de blancos rayos de sol... camino a las constelaciones, acompaña a la fría mañana un cosquilleo interno. Como si le diéramos párvulo, se agolpan las preguntas en la cabeza. ¿Quiénes estaremos, que temas se abordarán, sacaré a colofón ese tema que me ocupa? Respiro profundo, conforme subo la cuesta de la calle Lizarra, se acercan sonrientes (la mascarilla no lo tapa todo) amigos y conocidos que acompañaran la jornada matinal.

Ya en la entrada, con la apertura de puertas con Pauli, el cálido ambiente nos embarga y acoge, el cuerpo entra en calor, en calor entre entrañables abrazos, el corazón. También el alma se enciende en esa fiestecilla del encuentro.

Va naciendo la celebración. Entre miradas y bienvenidas, sigue su curso el cosquilleo interno. Cada quién va trayendo su fondo e interioridad, abundancia de tesoros a compartir. Se adivina en la misma, el respeto y la prestancia a la acogida. Y en el enraizarse, tras ordenarse en edades, poco a poco con el vivirse del grupo, se da paso a la "suerte" musa. Pauli saca una carta del alfabeto hebraico para la jornada de hoy. Es Guimel, el número tres, el Pastor quien secundara al grupo. Se ofrece a recoger y pastar el rebaño en su totalidad, con sus ovejas de luz y sus ovejas de sombra. Tal es la condición para proseguir nuestro camino.

Comenzamos con pequeños ejercicios de constelación, previa inspiración de Guimel. El común de los mortales compartimos el ser hijas e hijos, y desde ahí abordamos constelarnos con el aita y la ama, agradeciendo la vida recibida. Dirigido por Arantza, con Pauli, Eva, Eva, Manex, Amaia, Víctor, Oihana, Raquel, Olatz, Erika, Henar, y Marina, la habitación va adquiriendo otra densidad. Toca respetar la relación, la que sea que tengan nuestros padres, los colocamos tal cual los vemos, y agradeciendo la vida recibida, nos volvemos para mirar hacia delante. Seguidamente abordamos en parejas temas pendientes que queremos esclarecer, que van tocando nuestra puerta, y preguntamos "¿Qué es lo que trae, que hay aquí para mí?". Se ha dado el compartir estas y más experiencias, llegando a presentarse un tema clave, el hecho de que estemos respondiendo desde el Amor para que nuestro trabajo fluya. Que desde el Ego, léase, por citar alguno, desde la rabia (que también tiene su espacio y está bien que si se da, así sea) la experiencia retorna a nosotros. Y no avanzamos. Con todo, lo vivido por cada uno, junto con las aportaciones de los compañeros de constelación, da pie a que los temas se hayan asentado, aclarado, abriéndose paso a través del cuerpo. Se siente la cercanía, la solidaridad se da la mano con el agradecimiento.

En una segunda tanda se pasa a las constelaciones grupales, siendo variada y distinta, entre relaciones de trabajo, pareja, y padres. Tras las dudas, las preocupaciones y la valentía, llega entre emociones el regalo, el respirar, la apertura, una especial "comprensión", luz para el camino, la fuerza de nuestros familiares y ancestros, el horizonte se expande ante la mirada del constelado. En el grupo, en cada cual va penetrando por sus miembros y por todo el cuerpo, a modo de mensajes, lo recogido tras el día. A todos nos llega, somos todos tan parecidos...

A lo largo del día brilla la palabra Gratitud, y con ella, en este entramado de relaciones amorosas, la conciencia de que un Amor mayor nos une. Y es que desde que hemos entrado no hemos recibido otra cosa, y así nos vamos, con claros indicios de haber derramado lágrimas de agradecimiento...

Manex Aranburu