* Texto para meditar en Marzo (2020)*

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MEDITAMOS CON ISIDRO JUAN PALACIOS

Isidro-Juan Palacios (San Lorenzo de El Escorial, 1950) es profesor de oratoria. Ha cursado estudios de derecho y periodismo y tiene inscrita su tesis doctoral en literatura contemporánea sobre el escritor japonés Yukio Mishima. Ha sido fundador o director de las siguientes revistas: Graal (1975-77), Punto y Coma (1983-89), Cuestión de Fondo (1984), Veintiuno (1989-2003) y Próximo Milenio (1994-96); y redactor jefe de Más Allá de la Ciencia (1988-94). Entre 1986 y 1989 dirigió en Radio Nacional el programa Próxima estación: punto y coma. Ha participado como contertulio habitual en programas culturales de televisión como El mundo por montera (1989-90), El sol de medianoche (1990-91), La Tabla Redonda (1991-93), El faro de Alejandría (1999-2001) y, en la actualidad, es «tribuno de los libros» en Las noches blancas. Ha dirigido la colección de libros «Paraísos perdidos» en Grupo Libro, ha sido coordinador y participado como profesor en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense, entre los años 1989 y 2003, y en 1994 codirigió la Primera Universidad de Verano de Estudios Místicos de Ávila. Ha impartido sesenta conferencias y escrito más de quinientos artículos especializados. Tiene textos publicados en las siguientes obras colectivas: El final de los tiempos, La Tabla Redonda, El islam ante el nuevo orden mundial, La mística en el siglo XXI y Ernst Jünger y sus pronósticos del Tercer Milenio; y es autor de Apariciones de la Virgen. Leyenda y realidad del misterio mariano.


Deificación por el cuerpo

Propongo este pasaje del libro "Ermitaños: las enseñanzas místicas de los padres del desierto" de Isidro Juan Palacios en La Esfera de los Libros S.L., 2007, Madrid. En él encontramos una "idea" muy importante de la teología mística cristiana: la deificación, es decir, el hecho de que, creados a imagen y semejanza de Dios, el hombre y la mujer estamos llamados a ser Dios en Dios. El camino de la oración contemplativa conlleva el proceso de ir dejando caer todo aquello que no somos, para trasparentar o, "dar a luz", al Dios que nos habita.


La verdad del cristianismo puede ser resumida de este modo: <<Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga Dios>>. Su principio es la intuición o el pensamiento de e Dios existe; su principio es la presencia de la persona divina visible, esto es: el espíritu corporeizado. Lo cual quiere decir que, si Dios toma un cuerpo humano, que respira y late, el ser humano podrá realizar o verificar a Dios en sí mismo a través de su cuerpo, en él y no saliendo de él. Todas las técnicas que los monjes y monjas del desierto van a ir descubriendo y aplicando, se centrarán en este principio. Según esta concepción, que se remonta a épocas arcaicas, antes del nacimiento de las dialécticas, dualismos o dicotomías, el <<alma>> y el <<cuerpo>> no son dos cosas diferentes sino una sola naturaleza, que no puede vivir desunida. Si, por desgracia, tal desunión acontece, la acción consistirá en volver a la unidad perdida, tal es la tarea.

En el cuerpo está todo, no hay que ir más lejos. Es una perfecta copia disminuida del mundo, un acabado microcosmos: la contemplación de todos los contenidos posibles, la realidad oculta y manifestada. La posibilidad de que <<yo>> pueda ser Dios (deificación) sin necesidad de cambiar de identidad. Dos son los focos de atención que los hesicastas[1] toman, sobre todo, la práctica de su concentración: la vía del vientre y la vía del corazón. Es preciso reconducir el espíritu, cuyo principal peligro de dispersión en las <<afueras>> del ser, y hacerlo descender hacia el vientre e impulsarlo a entrar en el corazón; en el vientre, donde la vida entera se recrea o se concibe, y en el corazón, donde está todo, la perfecta imagen del ser humano acabado. Vientre y corazón son dos símbolos de lo completo (...) El mejor método, más eficaz, para conseguir reintroducir alma y espíritu en el cuerpo abandonado es la respiración, que Oriente conoce con la palabra sánscrita pranayama. A la respiración, los monjes añaden la técnica del Nombre, para que la deificación de la persona que se ejercita en este movimiento -se trata de una acción atlética e intelectiva, no de un pensamiento- se verifique con total esclarecimiento en la soledad.

Dios adquiere el cuerpo humano en el vientre de otro cuerpo humano (María). La palabra <<Dios>>, nos explican las etimologías, viene del indoeuropeo deis, que quiere decir <<luz>>, <<brillo>>, <<irradiación>>. Por eso, todo nacimiento, en ese lugar del vientre, nosotros lo conocemos como <<dar a luz>>. También, para la raíz griega, <<Dios>> (Zeus) procede de zena y día, esto es, espacio, ámbito, lugar..., <<el fértil hueco conde se gesta la vida. Un espacio que al desgarrarse gesta todos los seres vivos>>. En esta idea de Dios como recinto interior que todo lo contiene, y que, por esa misma razón, se entiende que nada, absolutamente nada deja fuera de sí, donde los seres están incluidos, no abandonados, ni dejados, se pone de relieve, además, la perfecta unión de todos los órdenes, porque Dios, al que señalamos como una entidad masculina y paternal es, sin embargo, designado como vientre maternal o femenino. Por eso, los seres que en Dios son gestados tienen en ellos el sonido de la unidad, de forma que no sólo el ser humano, sino todos los seres generados en ese vientre universal, son la expresión del dominio de la unidad irrompible. No extraña pues, que estos monjes cristianos de herencia griega y egipcia, nos inviten a meditar sobe el ónphalos (hara entre los japoneses), que es lugar donde cielo y tierra se muestran uno, donde lo visible y lo invisible no son coas enfrentadas o dispares sino estados diferentes de lo mismo. El vientre es el caos donde se establece el orden y la luz; es el hogar de la casa griega por el que atraviesa el eje cósmico celestial y terrenal: el círculo de brasa, sobre cuyas cenizas se deja reposar al recién nacido... El Nudo Gordiano de Oriente y Occidente... El ónphalos y el Nombre, el vientre y Jesús: el lugar de la Encarnación divina.


[1] Divulgada por Evagrio Póntico en el siglo IV d. C., es una tradición inicialmente eremítica de plegaria que se mantiene dentro del rito bizantino practicada para mantener la quietud por los monjes hesicastas. La práctica del hesicasmo se mantiene aún en el Monte Athos y otros monasterios ortodoxos. En el Monte Athos recibió un impulso decisivo a partir de Gregorio Palamás ya en el siglo XII y luego con Filoteo Kokkinos y Nicolás Cabasilas, y así en siglos posteriores mediante los escritos de místicos y teólogos recopilados en el corpus de textos llamado Filocalia.

El hesiquiasmo tuvo gran difusión en los monasterios de Constantinopla (siglo XI) y los del monte Athos (siglo XIV), los religiosos eslavos (siglo XVIII, Rusia). Su espiritualidad tuvo gran influencia en la teología ortodoxa, impregnándola hasta nuestros días con la mística del corazón.

Con alguna razón se ha calificado al hesicasmo como una práctica que mantiene semejanzas con el Oriente, es más, muy probablemente hayan existido influjos provenientes de la India; aunque algunos sostienen que la influencia pudo ser a la inversa; la parte central de la doctrina se basa en una re-unión con la deidad y para esto se da un conjunto de prácticas fisiológicas y psicológicas; por ejemplo mantener la inmovilidad física y psíquica (para esto lo más común era mirarse fijamente el propio ombligo) mientras se recita incesantemente la llamada "plegaria a Jesús" o "plegaria del corazón". la cual consiste en una reiteración de una misma frase según el ritmo relajado de la respiración. Al decir de los practicantes del hesicasmo, la unión mística y el ilapso se les manifiesta con una luz similar a la que envolvió a Cristo en el monte Tabor.


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* Texto para meditar en Enero (2020)*

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MEDITAMOS CON ELENA ANDRÉS

Especialista en Educación de la Interioridad, formada en meditación línea Dürckheim.

Miembro del núcleo de la Compañía de María de San Sebastián.


Soltar y soltar-se

Elena Andrés: SER. E. San Pablo, Madrid 2019, págs.87-90.

En su libro de poemas, "Pensadora del aura", María Zambrano nos ofrece esta bella descripción de este ir más allá de lo que creo que soy:

Nacer sin pasado, sin nada previo

a que referirse, y poder entonces verlo todo,

sentirlo, como deben sentir la aurora

las hojas que reciben el rocío;

abrir los ojos a la luz sonriendo;

bendecir la mañana, el alma,

la vida recibida, la vida ¡qué hermosura!

No siendo nada o apenas nada

por qué no sonreír al universo,

al día que avanza, aceptar el tiempo

como un regalo espléndido,

un regalo de un Dios que nos sabe,

que nuestro secreto, nuestra inanidad

y no le importa, que no nos guarda rencor por no ser...

...Y como estoy libre de ese ser,

que creía tener, viviré simplemente,

soltaré esa imagen que tenía de mí misma,

puesto que a nada corresponde y todas,

cualquier obligación,

de las que vienen de ser yo, o del querer serlo.

El proceso de ser, el "ir siendo" consiste en ese estar libre de ese ser que creía tener... Soltar y soltar-se. Dejar ir todo aquello que no soy, todo aquello que impide el despliegue del ser que soy.

Las personas tenemos una tendencia muy clara a aferrarnos a las cosas, a otras personas, a nuestras emociones, planes, etc. Somos como trapecistas que nunca acaban de soltarse de su trapecio para lanzarse hacia el otro y, así, no acabamos de volar libres.

Sin embargo, el único camino para recibirlo todo es darlo todo. Si observamos nuestra respiración, en ella descubrimos ese doble movimiento de acoger y de entregar. En la inspiración recibo el aire necesario, el oxígeno vital, al espirar lo entrego, porque no puedo retenerlo sino unos segundos. Si no inspiro, me ahogo, si no espiro también me ahogo. Pues bien, muchas veces pretendemos vivir en una continua "inspiración", es decir, buscamos recibir de fuera todo aquello que sentimos como necesario para nuestra vida, para nuestra felicidad. Esa continua búsqueda puede convertirse en una pulsión que genere una gran ansiedad. Quien se deja arrastrar por ella se puede convertir en un tirano en las relaciones y en un avaro en las posesiones. Pretender que cuanto necesito me llegue desde fuera, me aboca al éxodo de mí mismo y, a la larga, a terminar mendigando o exigiendo.

Pero también puede pasar que viva en una continua "espiración", es decir, incapaz de recibir nada de otros; sólo me siento realizado y feliz dando continuamente, sintiéndome necesario en toda situación. Esa posición vital puede llevar al derroche de la energía personal que acabe dejándome tan vacío de mí como la pulsión contraria y además generando en los demás una sensación de ahogo.

Acoger agradecidamente y saber dar generosamente, los dos movimientos son necesarios, nos equilibran.

Con todo, sólo si dejamos fluir la vida ésta nos entrega todo su caudal. Dejar ir es lo más difícil, lo que más miedo nos da, pero es lo que más felicidad nos puede llegar a aportar. Se trata de soltarse interiormente, de no aferrarse a nada, a nadie. Ni tan siquiera a la imagen de mí mismo ni a mi idea de Dios. Es la actitud del contemplativo que deja ser a todos los seres, que observa, pero no manipula, que acaricia todo con su mirada afincada en el ser interior, pero de nada se siente poseedor.

Especialmente necesario es aprender a dejar ir a las personas, dejar que el otro, la otra sea quien es, no pretender cambiar a los demás, no pretender que sean lo que creemos que son. Permitir que el otro se manifieste tal y como es y que ante mi presencia reaccione en libertad.

El amor entre las personas suele venir cargado de impurezas. ¿A qué llamamos amor? quizá al reflejo de mí en el otro, a las proyecciones que superpongo en la otra persona. El amigo, el amante queda tantas veces recubierto de capas que no le son propias.

Amar es dejar ser y dejar ir. Amar es soltar las amarras que me atan al otro para poder pasar a caminar juntos eligiendo entre los dos el rumbo.

Dejar ir lo que más amamos nunca nos dejará vacíos, al contrario, recuperaremos todo aquello que creímos perder en una forma más genuina y hermosa, porque todo regresará preñado de libertad.


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* Texto para meditar en Diciembre (2019)*

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MEDITAMOS CON LAIA MONSERRAT 

Laia Monserrat es psicóloga clínica, alumna y discípula de Karlfried G. Dürkheim y Jacques Castermane. Formada en Leibterapia Personal en el Centro Dürckheim (Francia) y autorizada desde 1989 a practicarla, así como para la enseñanza del Zen. También posee un Máster en Terapia Breve Estratégica (Giorgio Nardone e Institut Gestalt). Es un referente en Zen occidental laico, Leibterapia y Técnicas de Centramiento en el Hara.

Desde hace más de 25 años se dedica plenamente a la consulta privada y realiza grupos de meditación semanales e intensivos de fin de semana. Realiza intervenciones en empresas, acompañamiento de dirigentes y talleres sobre gestión del estrés.

Es directora de la Formación en Leibterapia Personal, línea Dürckheim. Es docente y responsable de las prácticas del Master de Mindfulness y Psicoterapia de la Universidad de Barcelona y docente del Posgrado de Educación de la interioridad de la Universidad La Salle.

Ha publicado "Un cerezo en el balcón" (Kairós-2011-14-19en), sobre cómo practicar la meditación Zen en la ciudad, "Espiritualidad natural. La educación espiritual de los niños" (Kairós 2014) dirigido a padres y educadores, y "La revolución del Hará. Leibterapia y técnicas de Centramiento" (Kairós 2016). Es colaboradora habitual en prensa, radio y coloquios donde aporta su experiencia en espiritualidad laica y psicoterapia.


EL ENCUENTRO CON LA SOMBRA: LA LUZ EN LAS TINIEBLAS 

De nuevo un texto de Laia Monserrat del mismo libro (págs. 77-78) que el texto del mes de noviembre. 

Esta vez nos adentramos en un tema clave: el encuentro con la propia sombra.

"El encuentro con la sombra es una de las cosas más temidas para quien se encuentra en el camino interior. Pero es un paso imprescindible e ineludible,

Quien se acerca con sinceridad a la meditación, quien practica con constancia ha de reconocer que desde un primer momento su tarea se encamina hacia este encuentro.

Pero ¿qué es la sombra? ¿Por qué produce tanto temor al practicante?

La sombra es aquello que no vemos de nosotros mismos, bien porque siempre ha estado oculto a nuestros ojos, bien porque lo hemos olvidado. En la sombra se esconden inquietudes, deseos, temores, anhelos que por una u otra razón se han rechazado sin dejarles otro camino que el de permanecer ocultos, alejados de la mente consciente.

El ser humano está acostumbrado a contar tan sólo con los recursos de su consciente, este pequeño círculo iluminado de su mente. Adentrarse en la parte sin luz de sí mismo produce intranquilidad. Nadie sabe lo que oculta su sombra, pero todo el mundo intuye que esta parte desconocida tiene una gran fuerza. Da miedo caer en manos de esta fuerza desconocida, no poder controlarla o sufrir al ver ciertos aspectos de sí mismo.

Es bien cierto que inevitablemente se deberá de reconocer en toda sombra contenidos desagradables, por eso se los ha relegado, para evitar este sufrimiento. Pero el camino de madurez del ser humano exige recuperar poco a poco estos contenidos. Aquello que en un momento de la historia personal no se pudo asumir, se ha de asumir tiempo después, cuando interiormente se está más preparado.

De esta forma la persona gana en fuerza interior. Es como cargar pilas con energía nueva que había sido infrautilizada".

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* Texto para meditar en Noviembre (2019)*

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MEDITAMOS CON LAIA MONSERRAT

Laia Monserrat es psicóloga clínica, alumna y discípula de Karlfried G. Dürkheim y Jacques Castermane. Formada en Leibterapia Personal en el Centro Dürckheim (Francia) y autorizada desde 1989 a practicarla, así como para la enseñanza del Zen. También posee un Máster en Terapia Breve Estratégica (Giorgio Nardone e Institut Gestalt). Es un referente en Zen occidental laico, Leibterapia y Técnicas de Centramiento en el Hara.

Desde hace más de 25 años se dedica plenamente a la consulta privada y realiza grupos de meditación semanales e intensivos de fin de semana. Realiza intervenciones en empresas, acompañamiento de dirigentes y talleres sobre gestión del estrés.

Es directora de la Formación en Leibterapia Personal, línea Dürckheim. Es docente y responsable de las prácticas del Master de Mindfulness y Psicoterapia de la Universidad de Barcelona y docente del Posgrado de Educación de la interioridad de la Universidad La Salle.

Ha publicado "Un cerezo en el balcón" (Kairós-2011-14-19en), sobre cómo practicar la meditación Zen en la ciudad, "Espiritualidad natural. La educación espiritual de los niños" (Kairós 2014) dirigido a padres y educadores, y "La revolución del Hará. Leibterapia y técnicas de Centramiento" (Kairós 2016). Es colaboradora habitual en prensa, radio y coloquios donde aporta su experiencia en espiritualidad laica y psicoterapia.


LA POSTURA: DE LA POSICIÓN AL GESTO

Transcripción de un texto del libro de Laia Monserrat:  "Un cerezo en el balcón". 

Ed. Kairós, Barcelona, 2013.Págs. 21-23.

"Aprender a sentarse en la buena postura no es difícil. Conseguir que esa postura se transforme en gesto es un trabajo de años.

¿Qué quiere decir que la postura se trasforme en gesto?

Al principio de la práctica se han de seguir las instrucciones de cómo sentarse, aprender a sentirse enraizado, en la vertical: se ha de aprender a liberar las crispaciones para encontrar la tensión adecuada, ni demasiado relajada, ni crispada.

Poco a poco, el practicante comprende que lo que se llama habitualmente "tensiones del cuerpo"son en realidad tensiones de su ser. Es decir, en tanto que persona, está crispada. Son sus experiencias vitales, sus temores, los que se manifiestan en forma de crispación. Dejar ir estas crispaciones implica un cambio radical: es abandonar el estado de alerta par entrar en la confianza.

Entonces el ejercicio, en principio simple, de sentarse en silencio se convierte en un camino de transformación. Vivir en la confianza es un triunfo personal que requiere dejarse ir interiormente y por eso es preciso hacer un trabajo profundo con nuestras formas de funcionamiento personal, como también liberarse de las ataduras del pasado.

Sólo de esta manera se puede conseguir que la postura llegue a ser gesto. Sin este trabajo profundo, la práctica puede estancarse. De poco sirven las largas sesiones de meditación si no hay una remise en cuestion, como dicen los franceses, es decir, si no nos sometemos a un cuestionamiento profundo de nosotros mismos. La psicología y el trabajo psicocorporal han de ayudarnos a hacerlo.

(...) Es a medida que la persona comprende de forma experimental que la postural es en realidad un gesto de todo su ser, que el ejercicio meditativo experimenta toda su profundidad.

Llegar a dejarse ir interiormente es un gesto de libertad y de plenitud que se expresa en la forma de estar sentado, con una presencia plena.

La posición pasa a ser gesto de unión. El Cielo y la Tierra se expresan en la persona y en su forma de ser en el mundo".

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* Texto para meditar en Abril (2019) *

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MEDITAMOS CON WILLIAM JOHNSTON S.J.

William Johnston s.j. (Belfast, 1925-2010). Este escritor, traductor, teólogo místico y codiciado predicador, estudió en Liverpool, en la Universidad Nacional de Irlanda, en Roma y en Bruselas, donde accedió al conocimiento de las tradiciones místicas orientales. En 1951 se trasladó a Japón, lugar donde residió hasta su fallecimiento. Fue doctor en teología mística, siendo su tesis publicada como libro bajo el título "El misticismo de ´La nube del no saber´", que fue prologado por el eminente Thomas Merton. Ejerció la docencia en la Universidad de Sofía (Tokio). Interesado en el entendimiento interreligioso, realizó estudios específicos sobre budismo, participando activamente en el diálogo entre el budismo Zen y el cristianismo. Dedicó gran parte de su vida a la práctica y al estudio de la meditación. Entre sus libros destacan: "Enamorarse de Dios", "El ojo interior del amor", "El ciervo vulnerado", "Práctica de la oración cristiana", "Cartas a contemplativos", "Viaje Místico: una autobiografía", "Teología mística. La ciencia del amor", "Mística para una nueva era. De la teología dogmática a la conversión del corazón" y "La música callada".En esta última publicación -que es una obra de síntesis creativa donde los descubrimientos de la ciencia moderna se proyectan sobre los contenidos de las tradiciones religiosas de Oriente y Occidente- Johnston se establece como propósito subrayar que la esencia de la meditación más profunda es el amor. 


WILLIAM JOHNSTON. ENAMORARSE DE DIOS. Práctica de la oración cristiana. Ed. Herder, 1988. Págs. 55-56.

Te he hablado, Thomas, de la contemplación mística y de la oración del mero ser. Ahora quisiera llevarte más lejos por esta senda, esta privilegiada senda a la que te ves llamado. Pero antes de todo haré una distinción, muy importante, entre oración existencial y oración esencial. Esta última, como lo indica su nombre, se relaciona con las "esencias", es decir, con lo que Dios es y lo que yo soy. Consiste en reflexionar sobre los atributos de Dios, como su bondad, misericordia y amor, o sobre la Escritura, utilizando las palabras del sagrado texto; pueden también repetirse las palabras de una plegaria favorita u otras personales. (...)

La oración existencial, por su parte, es una forma de contemplación mística. Es la oración del mero ser. Se lleva a cabo con muy pocas palabras e imágenes o aun sin ellas. En esta oración uno se contenta con ser, como las flores del campo o las aves del cielo; y sólo son el hecho de ser, se da gloria a Dios.

Ahora que has pasado bastante tiempo practicando la oración esencial, Thomas, creo que ha llegado para ti el momento de que te dejes llevar hacia la conciencia existencial. Aquí no importa ya lo que Dios es, sino que Dios es; no lo que yo soy, sino que yo soy. Para hacer esta clase de oración, resulta útil sentarse en la postura del loto, pero, si sientes molestias en las rodillas o la espalda y prefieres alguna otra postura, haz libremente lo que creas mejor. Te servirá cualquier postura en la que te encuentres bien.

Como ya he dicho, es esta una oración silenciosa, sin palabras, pensamientos, imágenes ni representaciones gráficas. Tú te limitas a "ser", dándote profundamente cuenta de que eres y de que Dios es, sin reflexionar sobre lo que eres, ni sobre los atributos de Dios, la Sagrada Escritura o cualquier otra cosa santa. Con consumada sabiduría, el autor de La Nube del No Saber enseña este tipo de oración en su pequeño y hermoso tratado "Libro de los consejos personales". Te sugiero que tomes sus indicaciones a la letra cuando escribe:

"Al entrar en ti mismo, no pienses antes en lo que harás después, sino renuncia tanto a los buenos como a los malos pensamientos. Y no ores con tus labios... Vela por que en tu mente activa no quede nada más que un desnudo impulso hacia Dios sin el ropaje de ningún pensamiento especial sobre Dios mismo, sobre como es en sí o en cualquiera de sus obras, atendiendo sólo a que es como es".

¡Renuncia tanto a los buenos como a los malos pensamientos! ¡Deja de pensar! El proceso de pensar, antes tan valiosos, es ahora tu enemigo, una posible fuente de ilusiones y un obstáculo para esa "sabiduría en el vacío" que es don del Espíritu y anhelo de tu corazón. El mucho pensar y razonar puede, por desgracia, llegar a sofocar la minúscula llama de amor contemplativo que está a punto de nacer en tu interior. Tiempo es ya, pues, de abandonar todo pensamiento (aun el más bello) para practicar la oración del mero ser y del "no hacer".


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* Texto para meditar en Marzo (2019)*

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MEDITAMOS CON FREI BETTO

Carlos Alberto Libânio Christo, más conocido como Frei Betto, es un fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación. Es autor de más de 50 libros de diversos géneros literarios y de temas religiosos.


Frei Betto: "Los desafíos de la oración: cómo rezar" en Leonardo Boff y Frei Betto:" Mística y espiritualidad" Ed. Trotta, Madrid 1999. Págs. 117-118.

Cuando se está ansioso con relación al tiempo no se consigue detenerse para orar. San Juan de la Cruz tiene una frase genial: "Ante el trabajo, debemos ser como el corcho en el agua". El agua nunca consigue sumergir el corcho, éste siempre flota. En otras palabras: nunca debemos dar demasiada importancia a los trabajos que estamos realizando, no permitir nunca que nos hagan sacrificar el tiempo de oración. Por lo que toca al trabajo, la vida ya le dará una solución. Lo que ganamos con quince minutos de oración es muy superior en términos de calidad humana, incluso de dominio de la ansiedad en el trabajo.

Son pequeños recursos presentes en la espiritualidad de Jesús quien, aun siendo un militante, siempre encontraba tiempo para orar y estar a solas.

Estudiando las nueve maneras de orar que tenía Santo Domingo, descubrí que ninguna de ellas era comunitaria. Yo pertenezco a una familia religiosa que pone el acento en la oración comunitaria, La oración comunitaria es pobre cuando no se alimenta de la oración personal, del mismo modo que ésta se alimenta a su vez de la liturgia de la oración comunitaria y también 8ª ejemplo de la espiritualidad de Jesús) de la lucha por la justicia, del compromiso con los pobres, del proyecto del Reino. EL compromiso objetivo de cambiar este mundo nos lleva a sumir la exigencia de cambiarnos a nosotros mismos, todo ello con una trasparencia típica de la espiritualidad cristiana: el mérito es siempre de Dios. No esperes que la oración te lleve al primer grado de santidad. No oramos para dejar de pecar ni para sentirnos mejores que los demás. Oramos para sentirnos tan amados por Dios que nos resulte muy difícil ser infieles a su proyecto. Vamos a tener contradicciones, limitaciones, neurosis, locuras, pecados, pero sin los dualismos o culpas que tenemos cuando no hacemos la experiencia de Dios que nos ama tal como somos. En otras palabras, no oramos para ser mayores ni menores de lo que somos, sino para ser del tamaño que Dios nos hizo. El místico es alguien que percibe su propio tamaño, su verdadera identidad ante Dios. Y no es válida la idea de que el místico es alguien que ya está éxtasis y no necesita pisar el suelo. Eso es todo fantasía, folclore religioso.

En la experiencia cristiana, san Pablo aparece excesivamente machista, vanidoso, pretenciosos: "Yo no conviví con Jesús, pero soy el mayor de los apóstoles. Nadie combatió como yo combatí..."; pero la gracia estaba allí. Había espacio para la gracias. Por consiguiente, hemos de cuidarnos mucho de andar diciendo "ese tipo reza mucho, pero está lleno de contradicciones..." Lo que importa es abrir espacio a fin de que realicemos nuestra vocación más íntima y universal que no es otra que la comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.


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* Texto para meditar en Febrero (2019)*

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MEDITAMOS CON FREI BETTO

Carlos Alberto Libânio Christo, más conocido como Frei Betto, es un fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación. Es autor de más de 50 libros de diversos géneros literarios y de temas religiosos.


Frei Betto: "Los desafíos de la oración: cómo rezar" en Leonardo Boff y Frei Betto:" Mística y espiritualidad" Ed. Trotta, Madrid 1999. Págs. 115-116.

(...) Un gran místico nunca está preocupado. Jung analizó la psicología del místico y llegó a la conclusión de que la persona que alcanzó la madurez psicológica superior es siempre un místico. No hay nadie sobre la faz de la tierra que sea más maduro psicológicamente que el místico. Eso no significa que no tenga sus locuras. Pero es una persona totalmente armonizada por dentro, y Jung observa que el místico es aquel que no tiene nostalgia del pasado y mucho menos ansiedad ante el futuro.

El budismo zen elabora eso de una forma curiosa. Afirma que, si alguien tiene un problema, debe llegar a un acuerdo consigo mismo: Dios se va a encargar del 50 por ciento del problema y el otro 50 por ciento lo va a resolver el tiempo. Todos los problemas son resueltos por el tiempo y de todos se encarga Dios. Por consiguiente, nunca te preocupes, ocúpate. Nuestra mente, como decía Fernando Pessoa, es la loca de la casa. Por la mente entran todas las energías negativas: el resentimiento, la venganza, la envidia, la manía de juzgar a los demás, la voluntad de compararse a los otros. La experiencia mística requiere el control de la mente. Hay infinitos métodos. Voy a citar dos o tres.

En primer lugar, el del mantra, subjetivo y objetivo. El mantra objetivo consiste en mirar hacia un punto fijo, una figura geométrica y quedar concentrado en la figura a fin de domesticar la mente. El mantra subjetivo cosiste en pasar el día recitando un versículo del evangelio, diciendo la palabra "Jesús", o pensando lo siguiente: ¿qué haría Jesús si estuviese en mi situación?

Otro factor de disciplina de la mente consiste en limpiarla completamente de imágenes. Todos los místicos, cristianos y no cristianos, nos recomiendan: debemos hablar con Dios lo que baste para predisponernos a escucharlo. El ideal es quedarnos en un lugar con los ojos cerrados y limpiar la mente de toda imagen, de todo pensamiento, de toda memoria, de toda fantasía. ¿Cómo se hace eso? Pues haciéndolo.

No es que las imágenes no acudan. Vienen, pero las dejamos parar como nubes en un cielo azul. Imagina tu mente completamente vacía y en blanco. Me dirás que conseguiste quedar media hora así y que no sentiste nada. Estupendo. Precisamente ése es el buen camino porque no oramos para sentir algo sino para dejar que la divinidad nos empape. A veces sentimos cosas muy buenas que no son provocadas ni por la mente ni por las emociones o sentimientos. Esas cosas no son el fruto de la oración. No oramos para sentir eso, sino para ampliar la fe y la capacidad de amar. Ése es el fruto y la finalidad de la oración del cristiano.

El budista ora para librarse del dolor y mantenerse impasible ante la conflictividad y los problemas. Nosotros, los cristianos, oramos para ampliar la fe y la capacidad de amar.


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* Texto para meditar en Enero (2019)*

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MEDITAMOS CON ELENA ANDRÉS

Especialista en Educación de la Interioridad, formada en meditación línea Dürckheim.

Miembro del núcleo de la Compañía de María de San Sebastián.


- Verdaderos visionarios -

(www.educarlainterioridad.blogspot.com : Blog sobre la interioridad en relación con el crecimiento personal y la espiritualidad. Elena Andrés)

En el libro del Apocalipsis, el apóstol Juan nos adentra en la trepidante aventura de Dios y de la humanidad en su lucha contra el Mal. Se trata de un libro en clave de Revelación y, de hecho, su nombre proviene del griego apokálypsis que significa "descubrimiento" o "revelación" y por eso mismo este libro es también conocido como libro de la Revelación. Apocalipsis era un género literario que se volvió común entre los judíos tras el exilio de Babilonia (587-535 a.C.).

Pese a lo que la mayoría de las personas creen, el Apocalipsis no es un libro sobre el final de las cosas, sino sobre el inicio de todas ellas. Génesis y Apocalipsis forman como la portada y contraportada de los diferentes libros de la Biblia, libros en los que se nos narran las peripecias humanas en medio de una historia de amor entre Dios y la Creación entera que "gime expectante con dolores de parto aguardando la plena manifestación de los hijos e hijas de Dios" (Rm 8, 22).

Juan, obispo de Éfeso (Asia menor) se encuentra prisionero en la isla de Patmos por decreto delemperador Domiciano (81-96 d.C.) y escribe este libro para animar y consolar a los cristianos perseguidos con crudeza en las diferentes comunidades de Asia.

Lo hermoso de este libro y lo que hoy me parece algo a tener en cuenta, es que Juan escribe el Apocalipsis en un estado de trance sobrenatural, es decir, su mente racional queda trascendida y lo que percibe, intuye y VE lo hace a través de una revelación recibida. En este punto merece la pena recordar lo que María Zambrano dice acerca de la realidad y de la revelación:

TODO es revelación, todo lo sería de ser acogido en estado naciente. La visión que llega desde afuera rompiendo la oscuridad del sentido, la vista se abre, y que sólo se abre verdaderamente si bajo ella se abre a la par la visión. Cuando el sentido único del ser se despierta en libertad, según su propia ley, sin la opresiva presencia de la intención, desinteresadamente (...) Se enciende así (...) la visión como una llama. Una llama que funde el sentido hasta ese instante ciego con su correspondiente ver, y con la realidad misma que no le ofrece resistencia alguna.

(María Zambrano: Claros del bosque. Ed. Seix Barral, Barcelona, 1977. Pág. 51.)

Para nosotros, hijos e hijas de una sociedad científico-técnica resulta casi imposible recibir abiertamente algo que proviene de una revelación sobrenatural. Sin embargo y paradójicamente, abundan en nuestro entorno los "adivinos" y videntes de todo tipo que incluso llegan a asesorar a "celebritis" y políticos... Pero precisamente no pretendo hablar de magia, sino de revelación en el sentido que señala Zambrano y hacia el que apunta Juan en el Apocalipsis: la visión como una llama que otorga luz para ver de verdad.

Y es que ahora, en estos primeros días del año, somos tantos los que nos hacemos propósitos de esto o de aquello: mejorar la alimentación, hacer deporte, retomar tal tarea que fue abandonada, reencontranos con... Pareciera como si un programa o aplicación preinstalada, se actualizara cada uno de enero y nos impulsara a releer y re-crear nuestra vida al inicio de un año, y lo hacemos en general casi sin enterarnos, año tras año...

Me parece que este acto casi mecánico de realizar "propósitos de año nuevo" es una forma como de andar por casa" que la Vida pone a nuestra disposición para actualizar y poner en acción una capacidad interior que todos poseemos pero que pocas veces ponemos a funcionar y que es "la mirada interior" que es capaz de correr el velo que nos impide "ver más allá", es decir de des-velar la realidad. Cuando esa mirada interior brota y se actualiza, podemos re-descubrior y re-leer la realidad. Pierde fuerza la mirada avejentada que ya se lo sabe todo, mirada escéptica que imposibilita la esperanza y la ilusión. Si para un cierto tipo de persona, como dice el libro del Eclesiastés "nada nuevo hay bajo el sol" en cambio el ser humano, que conecta y se enraíza en la esencia de su ser, allí donde el Encuentro con Dios se hace posible, vive la experiencia de que brota en sí una mirada nueva: la mirada de la fe, que no es ver lo invisible, sino ver con ojos nuevos la existencia, verlo todo diferente, como expresa tan bellamente María Zambrano, "verlo todo en estado naciente"

Y es aquí donde llama mi atención hoy el libro del Apocalipsis, porque en él Juan describe una realidad de dolor, llanto, destrucción y ataques a la vida, que no nos es, por desgracia, ajena ni desconocida; pero en medio de todo ello el apóstol escucha la voz de Dios que, con potencia indiscutible", asevera: "He aquí que hago nuevas todas las cosas".

No puedo evitar en este punto, ejemplificar lo que quiero decir, aludiendo a un programa de televisión que encandila a nuestros chavales; "La Voz"... Alguien sube al escenario y canta, canta lo mejor que puede y sabe. Tres supuestos expertos en voz y canto escuchan de espaldas, no le miran y sólo girarán sus sillas si esa Voz les resulta interesante, atractiva, especial, potente... Me pregunto: ¿Que voz o voces hacen que yo me gire, que yo me mueva, que yo preste atención y cambie la dirección de mi mirada? ¿Ante que voz o voces me mantengo de espaldas a lo que sucede, mirando hacia otro lado? ¿Qué voz o voces incluso "me levantan de la silla"?

Esta es la cuestión candente para un creyente: En medio de un mundo pleno de injusticia, en medio de informaciones diarias sobre todo tipo de ataques a la vida, en un mundo tejido de tal forma que la mayoría de la humanidad mal vive y muere víctima de las estructuras injustas que sustentan las naciones... ¿A qué voz presto atención y hacia donde dirige mi mirada tal voz: hacia la esperanza o hacia la desesperanza? ¿Hacia lo diabólico, es decir, lo que siembra? (Diábolos, διάβολος está formada de διά (dia = a través de) y βάλλειν (ballein = tirar, arrojar)? Significa literalmente el que lanza algo a través o entre otros, de ahí el que separa o divide).

Creo que, más allá de hacer própositos de año nuevo repetitivos, podría ser algo a considerar, actualizar la mirada de la fe que nos capacita para descubrir eso "nuevo" que Dios crea pero que no acontece por arte de magia, sino cuando nosotros nos abrimos a recibir esa Gracia que nos capacita para ponernos manos a la obra en la creación aquí y ahora del Reino de Dios que es Paz, Justicia y Alegría. Sin acoger la revelación, es decir, sin mirar toda la realidad en estado naciente, nada de ello es posible.

Somos, pues, invitados a ser verdaderos "visionarios".

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* Texto para meditar en Diciembre (2018)*

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MEDITAMOS CON THOMAS MERTON

El pasado 10 de diciembre, celebramos los 50 años de la muerte del gran Thomas Merton, monje trapense americano y místico del siglo XX.

Unos datos para conocerle más:

(Thomas James Merton; Prades, 1915 - Bangkok, 1968) Escritor y religioso estadounidense. Se doctoró en la Universidad de Columbia y se convirtió al catolicismo en 1938. Ingresó en 1941 en el monasterio trapense de Gethsemani, en Kentucky, y fue ordenado sacerdote en 1949. Publicó La montaña de los siete círculos (1948), en la que expuso el proceso que le condujo al catolicismo, a la que siguieron, entre otras obras, Ascenso a la verdad (1951) y Los hombres no son islas (1955), todas con extraordinario éxito. Con posterioridad intentó una aproximación al orientalismo en obras como Místicos y maestros del zen (1967) y El zen y los pájaros del deseo (1968).

Formado en Francia y en Inglaterra, en 1934 se trasladó a Nueva York, donde completó sus estudios en la Universidad de Columbia. Fue un espíritu inquieto y sensible, que después de adherirse durante su juventud al comunismo, se convirtió al catolicismo y, en 1941, entró como monje trapense en la abadía del Gethsemani, en Kentucky. Su recorrido existencial se refleja con honestidad y coherencia en sus obras autobiográficas, especialmente en la célebre La montaña de los siete círculos (1949).

Ésta y otras obras de Thomas Merton, como El exilio y la gloria (1948) o La vida silenciosa (1957), atravesaron rápidamente los umbrales de la fama. El monje rompe todos los clasicismos monásticos para describir los personajes y la vida con un lenguaje moderno y asequible a todos los públicos, y combina con magistral perfección la trascendencia y la contemplación del claustro con los problemas del mundo, del que en ningún momento se encuentra desligado y al que valora con criterio esperanzador. Merton jamás cae en la vulgaridad o en los sentimentalismos infantiles del hombre y el mundo; por el contrario, traza una línea, aunque con ácida ironía a veces, que puede conducir al humano hacia la felicidad plena, felicidad libre y de compromiso que le obliga a realizarse como ser individual, sin dejarse llevar por la propaganda, por el dinero o por los espejismos de una huera palabrería.

El talento versátil y el compromiso cultural de Merton se expresaron en una obra muy amplia y variada que va desde diarios hasta ensayos, pasando por la poesía y por textos de meditación. Su elección cristiana se une a su interés por el pensamiento oriental, la vida contemplativa y la participación en las crisis de su tiempo, como se muestra en los ensayos Acción y contemplación (1949) y El zen y los pájaros del deseo (1968). La producción poética del autor comprende una vena mística y una sátira contra la sociedad de consumo, en una búsqueda también formal que llega a la experimentación y a la fragmentación del lenguaje en Cables to the Ace (1967) y The Geography of Lograire (1969).


--------------  * TEXTO *   -------------

"La voz de Dios se oye en el Paraíso:

>>Lo que era cruel se ha vuelto misericordioso. Lo que ahora es misericordioso nunca fue cruel. Yo siempre he eclipsado a Jonás con mi Misericordia y no conozco en absoluto la crueldad. ¿Me has visto alguna vez, Jonás, hijo mío? Misericordia sobre misericordia sobre misericordia. He perdonado al universo sin medida, porque yo nunca he conocido el pecado.

>>Lo que era pobre se ha vuelto infinito. Lo que es infinito nunca fue pobre. Para mí, la pobreza siempre ha sido algo infinito: no amo a los ricos. Prisiones sobre prisiones sobre prisiones. No atesoréis para vosotros mismos éxtasis sobre la tierra, donde el tiempo y el espacio corrompen, donde los minutos interrumpen y roban. No sigas aferrándote al tiempo, Jonás, hijo mío, para que los ríos no te arrastren.

>>Lo que era frágil se ha vuelto poderoso. Yo amé lo que era máximamente quebradizo. Me preocupé de lo que no era nada. Toqué lo que carecía de sustancia y, en el interior de lo que no era, yo soy>>

(Thomas Merton. Diarios 1939-1968. Págs. 101-102)
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